Saludos sonidísticos!
Estas semanas he estado un poco ausente del blog, pero ha sido por causas justificadas. Siempre que llega septiembre parece que los cineastas y productores han renovado las ganas (y el bolsillo) para adentrarse en nuevos proyectos y, por suerte, he podido participar en algunos de ellos.
Sin embargo, tengo que decir que no todo han sido proyectos. El pasado 20 de septiembre tuve el privilegio de asistir al Concierto Anual de la Academia de Cine. Éste es un evento en el que, a cargo de la Orquesta Sinfónica de RTVE, se interpretan distintas bandas sonoras de películas más o menos recientes.
Lo cierto es que fue un concierto mágico, con una dirección magistral y un conjunto de músicos que no se quedaba atrás. Sin embargo, no voy a dedicar el post a elogiar la velada. Mi objetivo hoy es hacer una pequeña reflexión sobre la importancia de la música en el cine.
Cuando a los técnicos y diseñadores de sonido nos traen un montaje de cualquier proyecto audiovisual, nuestra misión es darle forma. Con darle forma me refiero a hacerlo creíble y a intentar llenarlo de manera que no deje indiferente al espectador. Vemos el montaje y sin música resulta algo totalmente neutro: hay que crear sentimientos. Sin embargo con esto hay que tener cuidado, ya que podemos crear emociones totalmente contrarias o inadecuadas para la escena que se está viendo en pantalla. Para ilustrar lo que quiero decir dejo un vídeo bastante explicativo:
Los que hayan visto la película del trailer lo comprenderán al momento. Los que no, deberían verla y comprobar si era lo que esperaban.
Por tanto, ¿qué debe tener una buena banda sonora para crear emociones justo en el momento y de la manera que debe?
Evidentemente tiene que cuadrar con la imagen. Sería un fallo garrafal que pareciera que el vídeo y el sonido no van de la mano. Para crear una atmósfera adecuada tiene que haber un relación simbiótica entre estas dos partes de un film.
La música, a su vez, no podemos dejarla aislada y tomarla como otro sonido a parte de los demás sonidos de la mezcla de la película: ambos han de compenetrarse. Detalles tan simples como el viento y el agitar fuerte de las hojas mezclado con la música adecuada, pueden crear, por ejemplo, una sensación de agobio que la música crearía en menor medida por sí sola. Esos detalles son los que al final harán que todo encaje en una composición en la que no sabremos dónde está el principio y dónde el fin.
Por otro lado, hay que saber qué se quiere expresar. No puedes tener dudas de lo que hay que hacer sentir, porque entonces quedará una música que no dejará claro lo que intenta reflejar la película, y creará confusión en el espectador. Por supuesto en este aspecto interviene mucho el papel del director, que con su visión de la película guía al compositor y le da directrices.
Estos tres párrafos anteriores por supuesto son reflexiones personales, aunque en su mayor parte son estándares para la creación de música en cine. Sin embargo, lo más recomendable es que escuchéis muy atentamente las películas y, a base de haber visto cientos de ellas, saquéis vuestras propias conclusiones sobre cómo deben ser las bandas sonoras o cómo sería “vuestra banda sonora perfecta”.
Por último, os dejo algunas de las piezas que se interpretaron en el concierto de la Academia de Cine, ya que toda esta reflexión ha nacido a raíz de esto. Os invito también a ver cada una de las películas y observar cómo los músicos han jugado con todos los elementos anteriormente nombrados para que nos abstraigamos dentro de un mundo en el que tenemos las emociones que ellos crean.
Pablo Cervantes (Sevilla, 1977)
Suite de la película You‘re the one, de José Luis Garci (2000).
Pascal Gaigne (Francia, 1958)
Suite del documental Castillos de cartón, de Salvador García Ruiz (2009).
Bingen Mendizabal (Vitora, 1962)
Suite del documental Flysch, el susurro de las rodas, de Asier Hilario y Alberto J. Gorritiberea (2009).
Arnau Bataller (Alzira, 1977)
Suite de la película La sombra prohibida (La herencia de ValdemarII), de José Luis Alemán (2010)
Federico Jusid (Buenos Aires, 1973)
Suite de la película El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella (2009)
La mujer del anarquista, de Peter Sehr y Marie Noelle (2008)
Emilio Aragón (Cuba, 1959)
Suite de la película Pájaros de papel, de Emilio Aragón (2010)
Alejandro Amenábar (Santiago de Chile, 1972)
Suite de la película Mar adentro, de Alejandro Amenábar (2004)